28.2.07

1984. Utopía y ciencia ficción

A partir de Tomás Moro y su Utopía son muchas las obras que plantean ideas para un mundo mejor. Su característica principal era la de presentar alternativas a la realidad existente, dando así ideas a los gobernantes.

En estas obras la acción solía transcurrir en países lejanos o en lugares perdidos a donde todavía no había llegado el hombre. Las islas eran un lugar muy recurrente. Pero en el siglo XX la humanidad llegó a prácticamente todas las esquinas del planeta, dejando así pocos sitios en los que transcurrieran nuestras utopías.

Solución: el futuro. Algo que siempre nos gustó imaginar. La eterna pregunta ¿A dónde vamos? El concepto de utopía cambió. No sólo proponemos futuros mejores, también advertimos de lo que ocurrirá si no cambiamos el presente.

Aparece aquí el término ‘distopía’. En la utopía siempre se reflejaba una sociedad mejor. En la ‘distopía’ se presenta una sociedad peor, consecuencia de nuestros hechos presentes. 1984 es, probablemente, la distopía más famosa. Pero no la única. A su lado podemos citar ‘Un mundo feliz’ y ‘Nosotros’. Las dos son obras anteriores a 1984 que surgieron como respuesta a los sistemas totalitarios de la primera mitad del siglo XX, y que nos avisaban de sus consecuencias en un futuro por entonces lejano. Un futuro que es nuestro presente.

Es por eso que me gustaría que todos valorásemos más el término ‘ciencia ficción’. Hay muchas obras que encasilladas dentro de un género lleno de alienígenas verdes, platillos volantes y pistolas de rayos no reciben toda la atención que se merecen.

Veamos estas obras como lo que realmente son: la plasmación del viejo espíritu de la utopía. Al fin y al cabo ‘La Guerra de los mundos’ pretendía lo mismo que Conrad y su ‘Corazón de las tinieblas’ que tanta satisfacción nos dio en este club: denunciar el expolio que se estaba cometiendo en África. Esa era una de sus lecturas.

25.2.07

Pavia. 1984

Pavia desde su base operacional de Ciaño.

En la tranquila seguridad del verano de mis 16 años, ya voy por 34 y mucho menos pelo, fue cuando me tropecé con este autor. En las profundidades polvorientas del armario, en edición de RTV, Biblioteca Básica Salvat (mal papel, peor presentación y olor húmedo), apareció: 1984, George Orwell. Reconozco no haber leído más que las primeras líneas, creo recordar que llegué hasta donde el torturado Winston Smith se fijaba que todo lo que escribía en su diario era una incontenible sucesión de palabras sin signo alguno de puntuación. De ahí a pensar en los Santos Inocentes todo uno, y a relacionarlo con trabajo de clase, con lo que el libro quedó aparcado. Pero, como era un libro, y en eso siempre he pecado, terminó en los fondos de mi maleta final de verano y regreso al hogar.

A la altura del mes de Noviembre, en una aciaga noche de insomnio que comenzó con Pink Floyd y The Wall, más que posiblemente entre delirios de adolescente lo abrí de nuevo, con ese ánimo suicida de Victoria o Muerte. Devorador nato de libros apenas me sobrevivió un par de días, y he de decirles que fue un libro que me costó entender en aquel momento. Sin embargo, con el rápido pero denso paso de los años, el fondo dejado ha sido enorme. Cada vez que percibo un abuso de poder, una intromisión del Estado en los derechos del individuo, cada vez que veo que un “ente estatal” quiere imponerme una determinada tendencia en el pensamiento, todas mis alarmas se encienden. Algo que debo, sin duda en gran medida, al recuerdo del Gran Hermano, y al sabor ácido del penoso recordatorio de lo difícil que es conseguir vivir manteniendo cierta dignidad personal, y lo extremadamente fácil que el hombre puede ser anulado por la colectividad.
El libro habla en fin, a mi entender, de la libertada humana, de lo que puede llegar a suceder si la cedemos.

Insisto en que es una gran elección, y más teniendo en cuenta los días que nos han tocado vivir.

Sin más se despide Pavia desde Asturias.

22.2.07

Proyecto Salinger. Linda boquita y verdes mis ojos

Si comparas a tu mujer con Madame Bovary, tu mismo te comparas con Charles Bovary. Pero tienes una ventaja: ya conoces la historia de Flaubert y su final.

Da igual que intentes comenzar una vida nueva en un sitio nuevo y que el sitio sea Yonville o Connecticut. Da igual que sepas que eres un perdedor, que a tí no te ha salido mal una operación de pié, que lo que te ha salido mal ha sido un juicio. Da igual que creas que la culpa sea de Nueva York, de la televisión o de los libros. Incluso da igual que sepas la verdad, que hacéis una pareja asquerosa. Da igual, la historia ya está escrita.

Cuando lo sabes todo, lo cuentas todo y además has leído a Flaubert, nunca te puedes inventar un final feliz. A menos que ‘realmente’ sepas lo que pasa.

La verdad, a veces, es algo muy jodido. ¿Estás seguro de que no te desperté? ¿Lo juras?
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20.2.07

1984. La realidad no existe

La realidad no existe. Existe lo que pensamos que existe, sea real o no. En el mundo de 1984 no existe la libertad de pensamiento, pero el Partido llena nuestra mente de realidad.

La importancia de escribir la historia es tanta como la importancia de re-escribirla. El Ministerio de la Verdad se encarga de cambiar las cosas a medida de Gran Hermano. La historia comenzó cuando se inventó la escritura. Lo que no está escrito no es historia.

La información, los medios de comunicación: una de las mayores armas del mundo actual. Para que nuestro mundo vaya bien no hace falta que los hechos sean reales, sólo hace falta que alguien escriba lo que queremos oír. Entonces nos reafirmaremos en nuestras posiciones y seremos más enemigos de nuestros enemigos.

Salgamos a la calle y compremos dos periódicos. Volvamos a casa y sintonicemos dos emisoras de radio. Disfruten del espectáculo. Nuestros dos minutos de odio acaban de comenzar.

"Pero, ¿saben ustedes caballeros lo que escitaba sobre todo mi cólera, lo que la hacía particularmente vil y estúpida? Pues era que advertía, avergonzado, en el momento mismo en que mi bilis se derramaba con más violencia, que yo no era en el fondo un hombre malo, que no era ni siquiera un hombre amargado, sino que simplemente asustaba a los gorriones por divertirme"
Memorias del subusuelo. F. Dostoyevski.

15.2.07

1984. The Thought Police

“Si se pudieran ver mis pensamientos, me enviarían a la guillotina”
Bob Dylan, It’s All Right, Ma. I’m only Bleeding

Siempre he considerado la mente como el único lugar en el que somos absolutamente libres. Ese espacio vital que comentábamos cuando leíamos Madame Bovary. Ese sitio en el que todos nuestros sueños comienzan a hacerse realidad. Y es que para que algo se cumpla primero hay que pensarlo.

Es por eso que en 1984 he encontrado una de mis mayores pesadillas: The Thought Police, la policia del pensamiento. ¿Hay algo peor que un cuerpo de policía especializado en buscar en nuestras mentes para privarnos de esa libertad, de ese derecho a la rebeldía? ¿Se pueden buscar crímenes en las cosas que pensamos? No lo sé. Que se lo pregunten a la Inquisición, a la CIA, a las SS, a la Stasi…

Y es que la mente es el único lugar al que las telepantallas y el totalitarismo de Gran Hermano no pueden llegar. Pero claro, Winston comienza a escribir un diario y a hacer sus sueños realidad. Ahí comienzan sus problemas.

De todas formas, ¿no es cierto que alguna vez nos gustaría que alguien leyera nuestros pensamientos, que pudiera sentir lo que pensamos aunque nos puedan llevar a la guillotina? Pero quizás esa sea otra historia.

“Le encantaban los secretos. El secreto de que nadie supiera lo que pasaba por tu cabeza, de pensar lo que quisieras sin que nadie lo supiera”
Philip Roth, La mancha humana

12.2.07

1984

Del 16 de febrero al 31 de marzo nuestro club estará dedicado a 1984 de George Orwell, a las películas basadas en esta obra de Michael Anderson (1956), Michael Radford(1984) y a todo lo que pueda surgir.
Todas las colaboraciones serán bienvenidas.
Si os queréis unir a nosotros sólo tenéis que enviar un mensaje a angelbook@mixmail.com.
Por otra parte, y aceptando el reto de la mujer justa, que nos dice:
- Agarre el libro que tenga más cerquita, vaya a la página 123, sitúese en la quinta oración y copie las siguientes tres oraciones y publíquelas en su blog; cite el nombre del libro y el autor, y pase la tarea a otros tres cristianos.
Agarro el libro que tengo más cerca, leo y dice:
"Después de todo no me conoce..... Pero en realidad llevo una máscara, siempre estoy escondido detrás de una máscara"
El Ojo
Vladimir Nabokov
Espero que tres personas que lean esto se animen a continuar en su blog.

10.2.07

Natalia Menéndez. Flaubert y el Ángel del Hogar

Madame Bovary no es una novela de adulterio, sino del adulterio de una mujer.Es cierto que si se hubiese tratado de Charles la obra habría sido juzgada de distinto modo. Flaubert se vio envuelto en el escándalo y en asuntos legales por plantear el adulterio de Emma, mientras que las referencias al padre de Charles, al que se describe como mujeriego, carecen de importancia.

Se ha comparado a Emma en muchas ocasiones con otras “adúlteras” de la época, como Ana Karenina. Un ejemplo claro y cercano es Ana Ozores, “La Regenta”. Por qué su infidelidad no resulta tan escandalosa es sin duda por el tono de penitencia que rodea al adulterio de Ana Ozores. Emma, sin embargo, aparece representada como una mujer que busca los placeres, y eso la sociedad del siglo XIX no lo podía consentir.

Me gustaría hacer referencia a ciertas teorías que pueden servirnos para comprender que la actitud de Emma fuera juzgada tan rígidamente. Según importantes médicos como Isaac Baker Brown, J. Caspar Lavater, etc, que publicaron sus investigaciones a mediados del siglo XIX la mujer no podía experimentar deseo sexual, ni placer, por supuesto. Esto sólo le correspondía al hombre. La mujer tampoco estaba capacitada para desarrollar el pensamiento profundo, sólo le correspondía la esfera de lo sensible.

La mujer virtuosa debía ser asexual, “the Angel of the House”, definición de la mujer ideal decimonónica que surgió de un poema de Coventry Patmore. El deseo sexual desaforado era considerado una enfermedad mental, la irregularidad menstrual causa de histeria y algunos proponían la clitoridectomía para erradicar el deseo sexual por completo a enfermas de “erotomanía” o deseo sexual agudo. En general se consideraba que la menstruación predisponía a las mujeres a padecer enfermedades mentales (de hecho “histeria” viene de “hysteron”, útero en griego). Esto sucedía hace sólo hace 150 años.

La novela, sin embargo, más que de adulterio, trata acerca de un tema mucho más complejo, la búsqueda de la felicidad. Emma cree que va a lograr la felicidad casándose con Charles, gracias a sus aventuras posteriores, gastando dinero en caprichos. Sin embargo no alcanza la felicidad, lo que la lleva a la frustración, la desesperación y a su final trágico.

7.2.07

Mujer y pensamiento en Madame Bovary

“Un hombre, por lo menos, es libre. Puede pasar por todas las pasiones, recorrer los países, saltar los obstáculos, hincar el diente a los más exóticos placeres. Pero una mujer está continuamente rodeada de trabas. Inerte y flexible al mismo tiempo, tiene en contra suya tanto las molicies de la carne como las ataduras de la ley. Su voluntad, igual que el vuelo de su sombrero sujeto por una cinta, flota a todos los vientos; siempre hay algún anhelo que arrebata y alguna convención que refrena”.

No creo que haya otra novela de la época que describa con tanta precisión la situación de la mujer a mediados del siglo XIX. De ahí que el acto de rebeldía de Emma sea calificado como acto de libertad contra una sociedad que Flaubert se encarga de criticar en la novela.

Emma hace todo lo que no se espera de una mujer. Si en vez de Emma el protagonista hubiera sido Charles, seguro que no hubiera habido tanto escándalo.

¿Y qué se esperaba de una mujer? Podemos verlo cuando se enamora de Leon:

“Se empezó a tomar a pecho las faenas domésticas, volvió a frecuentar con regularidad la iglesia y a ser más exigente con la criada”.

La religión, los hijos y la casa son presentadas, sucesivamente, como la salvación de Emma. Eso es lo que se espera de la mujer.

Tenemos, pues, una visión social de Flaubert apoyando los movimientos a favor de la mujer que empezaban a hacerse notar. Pero hay otro aspecto que la obra refleja bastante bien: el cambio de pensamiento que se está produciendo.

El comportamiento de todas las sociedades podría definirse por la relación, o la ausencia de relación, que tienen con Dios, cualquiera que sea. En Madame Bovary asistimos a un cambio en el concepto de Dios. Entre 1789 y 1856 se produjeron en Francia cambios importantísimos que tendrían repercusión en el mundo entero. Se pasó del poder de la monarquía y la aristocracia al poder de la burguesía. Al mismo tiempo los dogmas católicos se comenzaban a poner en duda y la ciencia avanzaba por encima de las creencias religiosas. Y todo esto está en la obra. Hay numerosos ejemplos, pero vamos con uno, cuando Homais hace la definición de Dios:

“Yo creo en un Ser Supremo, en un Creador, el que sea, eso no me importa, en alguien que nos ha traído a este mundo para que cumplamos con nuestro deber de ciudadanos y de padres de familia. No necesito ir a la iglesia a besar bandejas de plata y a engordar a expensas de mi bolsillo a una pandilla de farsantes que están mucho mejor alimentados que nosotros. Porque a Dios se le puede rendir homenaje igual en un bosque que en una tierra de labor o simplemente contemplando la bóveda celeste, como hacían los antiguos. Mi Dios es el de Sócrates, el de Franklin, el de Voltaire, el de Béranger ¡Yo estoy a favor de La profesión de la fe del Vicario de Saboya y de los inmortales principios del 89!”

Como podemos ver, algo estaba cambiando y Flaubert lo reflejó perfectamente. Como dice María: Un mago. Este Flaubert es un mago.

2.2.07

Portnoy. Madame Bovary

En primer lugar, para cuestionar cuanto el autor dijo sobre su obra, debemos tener en cuanta que es uno de los primeros casos en literatura en el que la figura pública del autor y sus declaraciones (frases dichas y recogidas incluso apócrifamente, fragmentos de su correspondencia, en entrevistas o ante el juez...) influyen en la obra literaria. Si debemos darnos cuenta que autor y obra deben estar separados es precisamente a partir de Flaubert.

Por otra parte Flaubert debe ser considerado como uno de los hitos de la literatura universal. Un camino que nos llevase de Cervantes a Joyce, debería pasar inexorablemente por el monólogo interior empleado por Flaubert en Madame Bovary
El autor, volviendo a sus (¿dudosas?) declaraciones, explicó que sus autores preferidos, Rabelais y Byron, lo eran por ser “los dos únicos que escriben para molestar a los hombres y reírseles en su cara”

En estas circunstancias me parece apropiado decir que Madame Bovary tiene una lectura social, la del desprecio que al autor le produce dicha sociedad burguesa, sin objetivos y sin intereses, digamos, espirituales. Todo la novela es un panfleto antiburgues en lo social y antiromántico en lo literario. Y en estas circunstancias no hay ni un solo personaje positivo en Madame Bovary. Ni siquiera Emma.

Pero, y ahora hablo de forma personal y subjetiva, no creo ( no lo veo por ningún lado, no me parece evidente) que Flaubert desprecie a Emma. Es más, incluso creo captar en el análisis psicológico que hace de la vida de la protagonista, sino cierto aprecio, sí comprensión: No olvidemos que uno de los aspectos en los que continuamente incide Flaubert es en la inevitabilidad en lo que le acontece a Emma

Si la crítica social me parece fundamental en Madame Bovary, lo psicológico no me lo parece menos. Pero lo que hace de esta novela de Flaubert una obra de arte es la forma en que el autor conjuga esos dos aspectos. A diferencia de Dostoievski que empleaba temas similares, crítica y psicología, pero a quien se le veía identificado con sus personajes, quien creía que el ser humano podía alcanzar la bondad, Flaubert se enfrenta a sus personajes, lucha contra el desprecio que siente hacia ellos. Los convierte así en estereotipos de los defectos sociales que aborrece y, al mismo tiempo, se introduce en sus mentes para mostrarnos lo que hay en su interior.
Nada.

Si todo es inexorable para Emma y no hay nada en su interior, más que historias contadas por el propio Flaubert para enajenarla, ni esa sociedad pacata, hipócrita y altamente alienante permite otro desenlace, no es posible otra solución.