24.9.07

Zweig y Auster. Imaginación y realidad. Carta de una desconocida.

Dice Paul Auster:
"La imaginación te lleva a otros mundos. La cuestión aparece cuando esos mundos te parecen más reales que la propia realidad. Vivimos una realidad física, pero el cerebro puede inventar las cosas, los pensamientos mismos son parte de esa realidad. Hay un elemento fantástico en cualquier vida cotidiana, pero tiene que ver exclusivamente con nuestra cabeza. Sucede que uno no sabe realmente en cuál de esas dimensiones está viviendo, dónde está la frontera."
No cabe duda de que uno de los aspectos principales sobre Carta de una desconocida se centra en el mundo interior de la protagonista. Como se sabe, ella vive una historia de amor en la más absoluta soledad, de forma anónima, hasta momentos antes de su muerte en que escribe una carta a su amado. Casi toda una vida dedicada a un persona, ya que como ella misma reconoce, su vida comenzó cuando el escritor apareció en su vida.
La preguna ahora está en la diferencia entre realidad e imaginación. ¿Qué es real? ¿Es real sólo lo que se vive en el mundo 'físico' o también es real lo que ocurre en nuestra imaginación? ¿Es la imaginación una parte de la realidad o son dos cosas diferentes? ¿Es real la historia de amor de nuestra protagonista?

16.9.07

¿Ha merecido la pena? Carta de una desconocida. Zweig.

“Debes conocer toda mi vida, que siempre ha sido tuya”.

El libro comienza por el final. Es todo un flashback. Pronto conocemos que una persona ha dedicado toda su vida a otra, de forma anónima, sin que la otra persona lo supiera. Las siguientes páginas nos cuentan la historia.

Lo primero que me llama la atención en el relato es su sentido religioso. En realidad nuestra anónima protagonista parece que se está dirigiendo a Dios, parece una monja hablando con el Señor. Y es que, al fin y al cabo, tampoco hay tantas diferencias: una vida dedicada a la adoración.

Todo es una cuestión de fe, de fe ciega. Pero en este caso creo que la fe roza la enfermedad. ¿Cuál es el motivo? Una vida entera , desde los trece años, dedicada a otra persona que ni siquiera nos conoce, que no nos mira, que nos ignora.

¿Y la recompensa? Quizás ese hijo. Pero con la muerte del hijo se acaba la esperanza y la vida de la protagonista.

¿Ha merecido la pena?

10.9.07

La Mujer Justa.Carta de una desconocida.

http://lamujerjusta.blogspot.com

Quizá, al inicio de esta narración corta, con todas las cartas sobre la mesa, Zweig no es del todo consciente de que se le está notando por completo su debilidad por esa mujer desconocida henchida de amor. El autor avanza, como en volandas, llevado por las palabras de la amante desconocida, la mujer que ha entregado todo a un hombre que ni siquiera recuerda con exactitud su rostro.

En la primera lectura del relato me dejé llevar. Sí, debo confesarlo. La mujer perdida me arrastró con su amor, con su devoción, con su entrega. Me encontré, de repente, llena de una extraña sensación, no sé cómo describirla. Me encontré recordando instantes en que amé. Pero no podía dejar de sentir que jamás había amado de ese modo. Y esta es, en esencia, la pregunta que me llevó a releer el texto con otra mirada. Porque por mucho que me parezca hermoso ese amor que la mujer desconocida pone a los pies de su amado, agradezco a todos los dioses que no existen no haberlo sentido nunca.

Quizá esta narración ha perdido, con el paso del tiempo, gran parte de su esencia. Porque las mujeres, hoy, ya no somos como esa desconocida. Aún así, leí a Zweig intentando convertirme en una mujer de otra época. Intenté verme como una mujer a la que sólo el amor pudiese llenarla. Creo que, por un instante, lo conseguí. Aunque, en realidad, sé que jamás podría serme suficiente amar a fondo perdido. Por eso creo que a Zweig le pasaba lo mismo que a mí. Porque en el fondo sabía que era incapaz de amar de ese modo, y, quizá debido a la época en que está escrita la historia, simboliza en una mujer la entrega y en un hombre la veleidad. Por eso el personaje de ella es tan rico, tan noble, tan hermoso a pesar de la sordidez que a veces llena el relato. Por eso el personaje de él se nos antoja al final tan vacío, tan solitario, tan poco atrayente.

Porque Zweig consigue despojarnos de todos nuestros prejuicios, de todos los engaños que hemos inventado sobre el amor, para dejarnos solos frente a nosotros mismos y esos sueños que, alguna vez, tuvimos. Cuando la palabra fin aparece, el relato se nos ha hecho corto, pero la trágica historia de la desconocida sigue siendo alargada.