Obviamente ni Coleman, ni tu ni yo podemos elegir la familia en la que nacemos. Algo tan circunstancial y fortuito marcará, sin embargo, toda nuestra vida. Determinismo.
Para Coleman, pertenecer a una familia de color le impide hacer realidad sus sueños, por lo que renuncia a ella. Los vínculos de dependencia que le generan son una forma de esclavitud que no le dejan ser libre para decidir su futuro o su posición en el mundo.
En un primer momento los padres y hermanos, y después los hijos que también acabarán por juzgar sus acciones.
Teorías sobre este concepto nos las encontramos, por ejemplo, en la ideología marxista. F. Engels, en su libro El origen de la familia, de la propiedad privada y el estado, nos recuerda lo siguiente:
En su origen, la palabra familia no significa el ideal, mezcla de sentimentalismos y de disensiones domésticas, del filisteo de nuestra época; en principio entre los romanos, ni siquiera se aplica a la pareja conyugal y a sus hijos, sino tan solo a los esclavos. ‘Famulus’ quiere decir esclavo doméstico, y ‘familia’ es el conjunto de esclavos pertenecientes a un mismo hombre.
Y Marx añade sobre el tema: La familia moderna contiene en germen, no sólo la esclavitud, sino también la servidumbre, y desde el comienzo mismo guarda relación con las cargas en la agricultura. Encierra, in miniatura, todos los antagonismos que se desarrollan más adelante en la sociedad y en su estado.
La cuestión es saber si esto es así en la realidad para la gran mayoría o si el caso de Coleman es casual y aislado. Cabe preguntarse si realmente necesitamos a la familia una vez que nos convertimos en personas adultas y hasta que punto nuestras acciones se ven condicionadas por ella.
Hay mucho de chantaje moral y sentimental en la unión familiar. Los padres chantajean a sus hijos con el miedo a defraudar cuando las decisiones tomadas no se corresponden con los ideales, costumbres, educación o visión de la vida que ellos tienen. Hay poco respeto, en general, a la libertad de pensamiento y de vida de los hijos. La madre de Coleman le hace chantaje emocional con unos nietos que ni siquiera habían nacido.
Pero al mismo tiempo, los hijos, una vez que sus padres son mayores, también son jueces del comportamiento de los padres al creer que no corresponden a “su edad”, como en el caso de la realción de Coleman con Faunia.
En el día a día, si la dependencia de unos y otros es material siempre habrá una contrapartida, un precio a pagar. Se necesita ayuda en el cuidado de los hijos y no se puede evitar que también les eduquen, para bien o para mal. Al mismo tiempo, otros padres valoran que lo prioritario es mantener el estatus social. De padre médico hijo médico. ¡¡¡Y ay de aquel que se le ocurra ser poeta!!!!
Para Coleman, pertenecer a una familia de color le impide hacer realidad sus sueños, por lo que renuncia a ella. Los vínculos de dependencia que le generan son una forma de esclavitud que no le dejan ser libre para decidir su futuro o su posición en el mundo.
En un primer momento los padres y hermanos, y después los hijos que también acabarán por juzgar sus acciones.
Teorías sobre este concepto nos las encontramos, por ejemplo, en la ideología marxista. F. Engels, en su libro El origen de la familia, de la propiedad privada y el estado, nos recuerda lo siguiente:
En su origen, la palabra familia no significa el ideal, mezcla de sentimentalismos y de disensiones domésticas, del filisteo de nuestra época; en principio entre los romanos, ni siquiera se aplica a la pareja conyugal y a sus hijos, sino tan solo a los esclavos. ‘Famulus’ quiere decir esclavo doméstico, y ‘familia’ es el conjunto de esclavos pertenecientes a un mismo hombre.
Y Marx añade sobre el tema: La familia moderna contiene en germen, no sólo la esclavitud, sino también la servidumbre, y desde el comienzo mismo guarda relación con las cargas en la agricultura. Encierra, in miniatura, todos los antagonismos que se desarrollan más adelante en la sociedad y en su estado.
La cuestión es saber si esto es así en la realidad para la gran mayoría o si el caso de Coleman es casual y aislado. Cabe preguntarse si realmente necesitamos a la familia una vez que nos convertimos en personas adultas y hasta que punto nuestras acciones se ven condicionadas por ella.
Hay mucho de chantaje moral y sentimental en la unión familiar. Los padres chantajean a sus hijos con el miedo a defraudar cuando las decisiones tomadas no se corresponden con los ideales, costumbres, educación o visión de la vida que ellos tienen. Hay poco respeto, en general, a la libertad de pensamiento y de vida de los hijos. La madre de Coleman le hace chantaje emocional con unos nietos que ni siquiera habían nacido.
Pero al mismo tiempo, los hijos, una vez que sus padres son mayores, también son jueces del comportamiento de los padres al creer que no corresponden a “su edad”, como en el caso de la realción de Coleman con Faunia.
En el día a día, si la dependencia de unos y otros es material siempre habrá una contrapartida, un precio a pagar. Se necesita ayuda en el cuidado de los hijos y no se puede evitar que también les eduquen, para bien o para mal. Al mismo tiempo, otros padres valoran que lo prioritario es mantener el estatus social. De padre médico hijo médico. ¡¡¡Y ay de aquel que se le ocurra ser poeta!!!!