
Lo que realmente me impresiona es que aquí veo representado lo que siempre consideré una de las principales formas de violencia y tortura que se puede ejercer sobre otras personas. El que nos ignoren, el que no nos consideren nada, el hecho de que para el resto del mundo no signifiquemos absolutamente nada, que podamos pasar al lado de otras personas y no nos dirijan una sonrisa, una mirada, una palabra. Como decíamos en otro mensaje, que nos consideren muertos vivientes. Que seamos invisibles.

Pero la invisibilidad no se ejerce como forma de tortura sólo con las minorías o los más débiles. La invisibilidad se ejerce todos los días en nuestro entorno. Y eso es lo que nos muestra esta historia. Si nos fijamos vemos a muchísimas personas que son magos, que tienen la capacidad de hacer desaparecer a la gente: los jefes a sus empleados, unos compañeros a otros, padres a hijos. La invisibilidad no es potestad de los fuertes sobre los débiles. Incluso nosotros fuimos (o somos) magos

Recuerdo un trozo de la novela: “Sigue ahí, frente a nuestros ojos, pero los demás personajes de la película permanecen ciegos a su presencia. Se pone a saltar, agita los brazos, se desnuda en una esquina muy concurrida, pero nadie lo ve”.
Esto, lamentablemente, es la historia diaria de millones de personas. ¿Y nosotros? ¿Somos magos? ¿Hacemos desaparecer a las personas o las hacemos visibles?