La adolescencia, ese estado de energía sin empleo, de sentimientos extremos, de indolencia e impaciencia, en el que se abren nuestras posibilidades de ser, y donde lo malo o excelente de nuestra persona está por ver. En algún lugar de nuestra mente, en estos años, se guardan, el gesto, la palabra, el hecho que nos marca, preparados para salir cuando menos lo esperamos, dirigiendo nuestra actitud ante la vida futura.
Ahora bien, el ser mujer y adolescente es doblemente complejo. Aunque lo parezca no son actos banales, comer a todas horas espagueti por amor, como hace Cecilia, o escribir por todas partes el nombre de aquel al que se admira y ama con autentica pasión, como hace Lux. Detrás de las tonterías de la edad están ocultos grandes sentimientos, que aún no se han empañado con la experiencia. Hay que reconocer que ellos están en este momento a años luz en su conocimiento de lo divino y lo humano, demasiado ocupados contando agujeros en el techo, o mirando debajo de las faldas, mientras ellas profundizan en las artes del amor y la seducción, escribiendo cartas con huellas de labios y aprendiendo que colores combinan y cuales no.
Hombre o mujer, el adolescente es un ser vulnerable y sensible, que percibe una imagen deformada de si mismo a través de la opinión de los demás, que en este momento pesa más que el propio criterio. Sin embargo se trata de una prueba que es imprescindible pasar, un aprendizaje iniciático en el camino hacia la madurez. Hay que aprender errando, porque de lo contrario la jaula de cristal se romperá algún día sin estar preparados. Los Lisbon parecen querer a sus hijas, pero equivocan las formas. Confunden protección con aislamiento.
Es comprensible, que en la inconsistencia e inestabilidad de carácter de una adolescente, puedan estar en un mismo plano de importancia, decidir que zapatos ponerse para una fiesta, o qué método utilizar para suicidarse. Ese es el peligro de la incomunicación, de la ausencia de guía, de la falta de un referente sólido.
Es cierto que la comunicación entre padres e hijos se complica enormemente en esta etapa, pero lo sabio es mantenerse en retén y a la espera de que pase pronto, sin bajar la guardia. De vez en cuando siendo inflexible, y las más intentando la negociación y el diálogo, hasta que la sensatez vuelva a nuestras vidas. Haciendo bueno el dicho, manos que no dais que esperáis, por lo menos habrá que escuchar cuales son las necesidades en las que se puede ceder.
Parece que no hay nada de todo esto en casa de los Lisbon. Es posible levantarse un día y tener la impresión de que no se conoce a los hijos, “como si fueran personas extrañas, con las que uno acepta vivir”, pero si es sólo un espejismo pasajero, de lo contrario algo habremos hecho mal antes de llegar hasta aquí.
Ser adolescente puede ser agotador para todos, pero tiene su encanto. Con el tiempo nos vamos desprendiendo de muchos de sus valores en pos de la madurez y las responsabilidades. Es lo que se espera de nosotros.
No he vuelto a reír, ni tampoco a llorar con la misma sinceridad de entonces, y lo hecho de menos.
Personalmente rompo una lanza por lo que estas hermanas representan, haciendo buenas las palabras del profeta: el frío y la noche cubrirían la tierra y el alma se hundiría en la miseria, si los buenos Dioses desde sus quietas moradas, no enviaran de vez en cuando al mundo a tales adolescentes, para rejuvenecer la marchita vida de los hombres.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
6 comments:
Felicidades por tu blog.
Creo que era Ivan Tubau en su último libro que comentaba: "no me dejen decir que los veiente años fue la mejor etapa de mi vida".
Un abrazo
Recuerdo mi adolescencia como la peor época de mi vida, no me estía aún una mujer, pero ya no encajaba en la niñez.
Recuerdo lo imposible de los amores platónicos, yo también escribía en nombre del enamorado por todos los sitios.
La dolescencia es una enfermeda por la que hay que pasar, pero que bueno cuando nos recuperamos!
Un saludo.
A veces en esa obra parece que veamos la historia sólo desde el punto de vista de los adultos, desde el que no comprendes nada aun habiendo sido adolescente, y de repente un día todo se derrumba y no sabes por qué.
yo releí hace poco mis diarios de adolescente. me sorprendí de lo madura que era, tenía una forma de pensar parecidísima a la de ahora. pero debo confesar que nunca me he sentido tan plena como persona como desde que entré en la década de los 30. no cambiaría NADA por la anterior ni por la adolescencia, excepto la piel, je je je
Aprovecho para decirte que tus análisis son siempre muy interesantes. Felices Fiestas!
Felicidades!
Bueno, pasate por mis blogs
http://vivirlavida3.blogspot.com/
http://jacobybelinda.blogspot.com/
Espero que te guste!
1 besito
Mimi
Post a Comment