28.3.08

La familia. Philip Roth

Obviamente ni Coleman, ni tu ni yo podemos elegir la familia en la que nacemos. Algo tan circunstancial y fortuito marcará, sin embargo, toda nuestra vida. Determinismo.

Para Coleman, pertenecer a una familia de color le impide hacer realidad sus sueños, por lo que renuncia a ella. Los vínculos de dependencia que le generan son una forma de esclavitud que no le dejan ser libre para decidir su futuro o su posición en el mundo.

En un primer momento los padres y hermanos, y después los hijos que también acabarán por juzgar sus acciones.

Teorías sobre este concepto nos las encontramos, por ejemplo, en la ideología marxista. F. Engels, en su libro El origen de la familia, de la propiedad privada y el estado, nos recuerda lo siguiente:

En su origen, la palabra familia no significa el ideal, mezcla de sentimentalismos y de disensiones domésticas, del filisteo de nuestra época; en principio entre los romanos, ni siquiera se aplica a la pareja conyugal y a sus hijos, sino tan solo a los esclavos. ‘Famulus’ quiere decir esclavo doméstico, y ‘familia’ es el conjunto de esclavos pertenecientes a un mismo hombre.

Y Marx añade sobre el tema: La familia moderna contiene en germen, no sólo la esclavitud, sino también la servidumbre, y desde el comienzo mismo guarda relación con las cargas en la agricultura. Encierra, in miniatura, todos los antagonismos que se desarrollan más adelante en la sociedad y en su estado.

La cuestión es saber si esto es así en la realidad para la gran mayoría o si el caso de Coleman es casual y aislado. Cabe preguntarse si realmente necesitamos a la familia una vez que nos convertimos en personas adultas y hasta que punto nuestras acciones se ven condicionadas por ella.

Hay mucho de chantaje moral y sentimental en la unión familiar. Los padres chantajean a sus hijos con el miedo a defraudar cuando las decisiones tomadas no se corresponden con los ideales, costumbres, educación o visión de la vida que ellos tienen. Hay poco respeto, en general, a la libertad de pensamiento y de vida de los hijos. La madre de Coleman le hace chantaje emocional con unos nietos que ni siquiera habían nacido.

Pero al mismo tiempo, los hijos, una vez que sus padres son mayores, también son jueces del comportamiento de los padres al creer que no corresponden a “su edad”, como en el caso de la realción de Coleman con Faunia.

En el día a día, si la dependencia de unos y otros es material siempre habrá una contrapartida, un precio a pagar. Se necesita ayuda en el cuidado de los hijos y no se puede evitar que también les eduquen, para bien o para mal. Al mismo tiempo, otros padres valoran que lo prioritario es mantener el estatus social. De padre médico hijo médico. ¡¡¡Y ay de aquel que se le ocurra ser poeta!!!!

15.3.08

No somos libres. Philip Roth. La mancha humana

El lugar, la familia, la religión o la sociedad a la que pertenecemos condicionan nuestras vidas. Coleman Silk desafía a su propio destino como negro que no lo parece, renegando de su origen y familia para ser libre y para optar a las oportunidades de un mundo de blancos. Se convierte en un judío eminente y vive como tal, creando su propia realidad.
Pero una cosa es querer vivir la realidad en la que creemos y otra que el sistema nos deje conseguirlo, sin contar con qué o a quién tendremos que sacrificar por el camino.

Coleman renunció a vivir como un negro para vivir como un judío. Su decisión fue consecuencia de la historia, de la marginación sufrida por su raza a lo largo de la historia, una respuesta a la situación histórica. Pero Coleman no llega a ser un auténtico judío y se delata a sí mismo. Cuando habla con el abogado Primus, Coleman se mete con el color blanco de su piel, algo que sólo una persona que no sea blanca puede hacer. Según el crítico Tim Parrish, este es el único momento de la novela en que Coleman desvela su auténtica identidad, y lo hace inconscientemente. Su mente o su conciencia le traicionan.

Este pequeño detalle es revelador, porque Coleman no puede desprenderse de su verdadera identidad. Su vida es un engaño a sí mismo y sobre él pesa la mala conciencia de la renuncia a su raza, la negación de su propia madre o la mentira como base de la relación con su familia. Su deseo llega tan lejos como para retar a la genética teniendo hijos cuando lo normal es que no corriera ese riesgo.
Será necesario un hecho tan irónico como una acusación de racismo, para que una vez que se derrumbe su mundo, todo por lo que luchó, empiece a ser feliz de verdad. El encuentro con la desinhibida Faunia le demuestra que la verdadera libertad la llevamos dentro y es ahí donde hay que buscarla, que lo externo, el color, el estatus o lo que los demás piensen de nosotros ya no son tan esenciales si contamos con “la audacia transgresora” y empezamos a disfrutar de esas otras cosas importantes.