14.11.07

.La intimidad desnuda. Fresas salvajes.

La intimidad se desnuda ante nosotros, espectadores indiscretos, desde la primera imagen de “Fresas salvaje”. Nos metemos de puntillas en el terreno privado de un hombre de edad, el lugar sagrado donde acumula libros y objetos de toda una vida, el refugio que todos anhelamos y protegemos y al que sólo acceden los íntimos que hayan hecho méritos de merecerlo. Su fiel ama de llaves se detiene pudorosa y discreta en el umbral de la puerta, no osando profanarlo.

Del refugio a la alcoba, dentro aún del universo íntimo en el que, en la más estricta soledad, los hombres meditamos con la almohada o damos rienda suelta a los fantasmas del subconsciente que viven en nuestros sueños. Somos testigos del miedo al tiempo detenido del que se sabe sin futuro y cercano a la muerte.

Si existe alguna encuesta sobre estas cosas, seguramente demostrará, que un tanto por ciento bien elevado de peleas conyugales y familiares de todo tipo, encuentran su lugar perfecto, seguramente por reducido e íntimo, en el interior de un coche en un viaje de rutina. El voyeur más avezado debería sonrojarse ante las hirientes palabras de Marianne, la cuña que empieza a quebrar el orden, tan estable y asentado de las cosas. El hasta ahora exitoso y respetable hombre de mundo, se quita “la máscara de buenos modales” y se nos muestra egocéntrico, usurero, egoísta, machista y cruel con sus seres queridos.

Recurrente por efectivo, el recurso del coche dentro de otro coche, reduce el espacio donde se guardan los secretos de familia. Aquí se nos hace difícil seguir siendo público pasivo, así que sin poder evitarlo nos vemos tomando partido: Marianne o Evard, la vida o la muerte, la pareja o el hijo por venir, la sumisión o la liberación de la mujer.

En nuestro viaje no estamos solos, somos ya algunos más los que espiamos las vida ajenas, obligados a escuchar la durísima pelea de una extraña pareja, o no tan extraña, que se agarra de manos y pies a su mundo derruido, a la triste realidad de su fracaso. Eligen llegar juntos e irse juntos, en coche o a pie, con lo fácil que sería separarse en este punto. Quizá sea mejor el infierno que la nada, lo que me recuerda otra frase de otra gran película de Bergman: “si esto es el infierno, prefiero vivirlo contigo”.

No sabría decir en qué momento exacto, dejamos de ser meros mirones sin responsabilidades y empezamos a identificarnos con el personaje. En qué momento compartimos viaje “por la calle de bastidores vagamente alumbrada que es la memoria”, y nos miramos en el mismo espejo, que tanto duele, observándonos a nosotros mismos. En qué momento, añoramos juntos, tras la ventana indiscreta, la oportunidad perdida que no volverá jamás, mientras Sigfrid y Sara se besan en el piano.

10 comments:

Anonymous said...

Sólo un gran director nos puede permitir entrar en su mundo de una manera tan sutil,sin que ni nosotros mismos nos demos cuenta de que, tal y como dices, nos demos cuenta del acto de violación de intimidad que estamos presenciando

BUDOKAN said...

Hola, me ha gustado esta reflexión que propones sobre el film Fresas... y esa idea de viaje final domina toda la cinta. Saludos!

jazzman said...

Me ha encantado esta reflexión de la película, creo que capta a la perfección la esencia de la misma.

Saludos!

Als said...

Hola,
Me presento porque acabo de entrar en este mundo del blog y me encantaría formar parte del debate.
Por lo que a mi respecta, Bergman es uno de los más grandes y "Fresas salvajes", una de sus mejores obras. Desde mi punto de vista, lo doloroso del viaje no es el viaje en sí, no es reencontrarse con todo lo que dejó atrás sjostrom. Es un viaje obligado, inevitable y que este hace activamente en pos de un objetivo que no nos prepara para el siguiente proyecto sino que es el final. Por cierto, que me encanta el "remake" de Woody Allen "desmontando a Harry". Os paso el enlace de mi blog por si lo queréis ver http://eltragaluzdelinfinito.blogspot.com/
Un saludo y hasta pronto!

Anonymous said...

Als, quizás el motivo dela película sea demostras al espectador / receptor que ese no es el final. Que el el principio de algo nuevo. No pensar que la muerte es lo último puede ofrecernos esperanzas para una nueva vida aquí.

Anonymous said...

Me gusta tu estilo y tu forma de mirar.
Abrazos.

Anonymous said...

A mi me impresionó un poco todo esto de la muerte, que queréis.

Anonymous said...

Hola a todas / todos,
Aunque ya sabéis que este no es mi tipo de cine, me quedo co nesa imagen del ama de llaves a la puerta del estudio. Saber respetar el mundo de otras personas y no introducirnos en él hasta que se nos requiere. Algo tan difícil y tan importante. Es la base del respeto

Als said...

Hola a todos!

i.b., una de las grandezas que trajo el cine de la modernidad, al cual Bergman se adelantó, por lo menos, 10 años, es la posibilidad de las dobles interpretaciones.
De todas maneras, Bergman recibió de joven una educación cristiana de la que luego renegaría el resto de sus días, aunque es evidente que nunca fue un ateo de argumentos "todo a cien", sino con "conocimiento de causa". Estar o no de acuerdo con él, es otro asunto. Y si hay un autor pesimista y cargado de dolor, ese es nuestro Ingmar, ¿no crees?

Alfredo said...

Para mí que no he visto la película, me ha parecido una reflexión muy interesante y que me anima a buscarla para verla con atención.

Saludos!